LA INTENCIÓN EN LAS PLANTAS MEDICINALES

 

"La intención, mi amado Mateo, es la fuerza que anima nuestras palabras, pensamientos y acciones. Es el hilo invisible que teje nuestra conexión con la madre naturaleza y los espíritus que residen en ella"

 

Había una vez, en las tierras montañosas de Oaxaca, un sabio chamán zapoteco llamado Don Julio, cuyos ojos reflejaban la sabiduría de los antiguos. Con cabellos plateados y una mirada profunda, llevaba sobre sus hombros el conocimiento ancestral de su pueblo. En su pequeño hogar de adobe, el aroma de hierbas y maderas sagradas danzaba en el aire, anunciando su conexión con el mundo natural.

 

Un día, Don Julio convocó a su querido nieto, Mateo, un joven curioso y avispado, para compartir con él un antiguo saber transmitido de generación en generación. Juntos se sentaron junto a la fogata, donde las sombras danzaban en las paredes mientras el anciano comenzaba a hablar.

 

"Escucha con atención, Mateo," susurró Don Julio con voz pausada y melodiosa, "para curar y sanar, no basta con conocer las propiedades de las plantas y hierbas que nos brinda la madre tierra. La intención es el puente entre el mundo tangible y el poder de la naturaleza".

 

El anciano chamán alzó una rama de copal y la acercó a sus labios para insuflar vida en las llamas, creando una espiral de humo perfumado que ascendía hacia el cielo estrellado. "La intención, mi amado Mateo, es la fuerza que anima nuestras palabras, pensamientos y acciones. Es el hilo invisible que teje nuestra conexión con la madre naturaleza y los espíritus que residen en ella".

 

Con los ojos brillantes, Mateo preguntó: "¿Cómo puedo saber si mi intención es la correcta, abuelo? ¿Y qué papel juegan las plantas en todo esto?".

 

Don Julio sonrió con ternura y respondió: "La intención correcta proviene del corazón y la honestidad. Siempre debemos buscar el bienestar de aquellos que buscan nuestra ayuda. Las plantas, a su vez, son seres sagrados con una vibración única. Cada una de ellas posee un regalo especial para ofrecernos, y solo a través de la intención pura podremos acceder a sus dones curativos".

 

El anciano chamán extendió sus manos, mostrando una variedad de hierbas reunidas con cuidado. "Observa, Mateo, cada una de estas plantas tiene su propósito y cualidades únicas. Pero es nuestra intención y saber que parte de la anatomía de la planta elegir, lo que despierta su verdadero potencial. La intención amorosa, el respeto y el agradecimiento hacia estas criaturas verdes son esenciales para liberar su poder curativo".

 

Con los ojos iluminados por la sabiduría que fluía del corazón de su abuelo, Mateo asintió con gratitud. "Entiendo, abuelo. La intención es como una guía que nos permite encontrar la armonía con la naturaleza y convertirnos en instrumentos de sanación".

 

"Sí, mi querido Mateo," asintió Don Julio. "La intención consciente y compasiva nos permite ser receptivos a la sabiduría de las plantas y al espíritu de la tierra. Cuando actuamos en armonía con el universo, nuestros corazones se vuelven canales de energía sanadora".

 

La fogata crepitaba mientras la voz del anciano chamán continuaba fluyendo como un río de conocimiento. En ese mágico momento, Mateo comprendió que la intención era una llave que abría la puerta a un mundo de maravillas curativas, donde las plantas y el ser humano se entrelazaban en un baile eterno de armonía y sanación.

 

Desde aquel día, Mateo se convirtió en el fiel aprendiz de Don Julio, y juntos exploraron los misterios de la herbolaria zapoteca, siempre recordando que la intención con la que se trataba a las plantas era la esencia misma de su poder curativo. Y así, la sabiduría ancestral continuó su legado, trascendiendo el tiempo y llevando consigo el valor sagrado de la intención en el arte de curar.

Guillermo Rizo

Editor de Mitósfera de México