LA OBSERVACIÓN DE LOS ASTROS Y LA MATEMÁTICA MAYA
La asombrosa matemática maya cautiva por su ingenio y precisión. Basado en un sistema vigesimal, combinaron conchas, puntos y rayas para representar números. Con habilidad, realizaron complejas operaciones matemáticas y desarrollaron calendarios precisos para observar los astros. Su dominio de las cifras les permitió erigir impresionantes pirámides, codificar tradiciones y comprender fenómenos naturales. La matemática maya es un tesoro cultural que revela su avanzado conocimiento y legado científico, destacando su capacidad para aplicar las matemáticas en su vida diaria y en diversos aspectos de su civilización.
Había una vez en la
antigua tierra maya, un sabio anciano llamado Kinich Ahau, cuyo nombre
significaba " El Dios del
Sol ", porque en la antigua religión maya, Kinich Ahau era una deidad
asociada con el sol y la luz. Kinich Ahau conocía los secretos de las
matemáticas ancestrales. Un día, su nieta, la curiosa Ixchel, cuyo nombre
significaba "mujer" o "femenino", como un recordatorio del
poder y la conexión con la naturaleza que lleva cada mujer, se sentó junto a él
mientras el sol se ocultaba en el horizonte.
"Abuelo Kinich
Ahau, ¿cómo sabían nuestros antepasados cuándo sembrar y cosechar sus
alimentos?", preguntó Ixchel.
Con una sonrisa sabia, Kinich
Ahau respondió: "Mi querida Ixchel, nuestros ancestros mayas eran expertos
en el arte de las matemáticas. Observaban la luna y las estrellas para calcular
el tiempo".
Ixchel miró el cielo
estrellado, mientras Kinich Ahau continuaba su relato. "Hace muchos
ciclos, nuestros antepasados seguían el ciclo lunar para saber cuándo sembrar
maíz, frijoles y calabazas. Observaban la luna cada noche y notaban cómo
cambiaba su forma. Contaban los días entre cada fase lunar, y así conocían el
tiempo exacto para preparar la tierra y sembrar".
Ixchel se
maravillaba con cada palabra que escuchaba de su abuelo. "¡Es asombroso,
abuelo! Pero, ¿qué pasa si la luna no seguía su ciclo exactamente?".
Kinich Ahau sonrió
nuevamente. "Nuestros antepasados eran sabios y comprendían los cambios
naturales. Si la luna variaba en su ciclo, ajustaban sus cálculos para
adaptarse y siempre estaban conectados con la Madre Tierra".
Desde ese día, Ixchel aprendió
los secretos de las matemáticas mayas y su estrecho vínculo con la luna.
Juntos, el anciano Kinich Ahau y Ixchel continuaron observando las
estrellas y la luna, preservando así el conocimiento sagrado de sus antepasados
y honrando la conexión entre la naturaleza y la sabiduría ancestral de la
civilización maya.
Guillermo Rizo
Editor de Mitósfera de México
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