BAJO EL HECHIZO DE LAS FEROMONAS
Las hormigas se comunican principalmente a través del uso de feromonas. Las feromonas son sustancias químicas que las hormigas segregan y liberan en su entorno para transmitir información a otras hormigas de la colonia. Estas sustancias juegan un papel fundamental en la organización y el comportamiento de las sociedades de hormigas
El sabio anciano
Don Teófilo disfrutaba de un paseo por sus apiarios ubicados en la sierra norte
de Veracruz, al lado de su nieto Mexitli. Al entrar a su apiario Don Teófilo se
percató de la poca presencia de abejas, ya que habían sido atacadas por
hormigas tepehuas. Mextli al ver tal desastre le comentó a su abuelo que iría por
insecticida para alejar tanta hormiga. En ese momento Don Teófilo le hizo una
señal para que se calmara y escuchara lo que tenía que compartirle.
Hace algunos
años, tuve la oportunidad de vivir en los pintorescos pueblos originarios
Totonacas, inmerso en una cultura milenaria llena de sabiduría y tradiciones
ancestrales. Durante mi estancia, pude conocer a un campesino de edad avanzada,
cuya mirada reflejaba la sabiduría acumulada a lo largo de los años. Fue él
quien me reveló un misterioso y efectivo método para lidiar con una molesta
plaga de hormigas que acechaba sus apiarios.
Un cálido
día, mientras paseaba por las hermosas tierras cultivadas del anciano, noté que
algunas de sus plantaciones estaban siendo invadidas por hordas de hormigas
hambrientas. Sorprendido por el aparente caos, le pregunté al anciano cómo
lograba lidiar con tan persistente plaga sin el uso de productos químicos
modernos.
Con una
sonrisa en su rostro, el campesino me invitó a sentarme bajo la sombra de un
árbol centenario y comenzó a contarme el secreto ancestral de su pueblo. Según
él, las hormigas son criaturas leales a su hogar y a su reina, por lo que si se
quería deshacer de una colonia en particular, se debía recurrir a una práctica
llamada "La Danza de las Hormigas".
Para
realizar esta antigua ceremonia, el anciano explicó que se debía localizar el
nido principal de las hormigas y, con suma precaución, extraer una porción de
tierra que albergara su hogar. A continuación, se debía buscar otro nido de
hormigas, preferiblemente distante del primero, y depositar cuidadosamente la
tierra robada en su interior.
El anciano
aseguró que este proceso era como enviar un mensaje en el lenguaje secreto de
las hormigas. Al trasladar la tierra de un nido a otro, se generaba una extraña
perturbación en el equilibrio natural de la colonia. Las hormigas, al detectar
la presencia de un territorio desconocido, entraban en alerta máxima y,
confusas, comenzaban a abandonar su nido original para defender el nuevo
territorio que consideraban amenazado.
No pude
evitar sentirme escéptico en un principio, pero decidí confiar en la sabiduría
del campesino. Juntos, llevamos a cabo "La Danza de las Hormigas".
Durante los días siguientes, observamos cómo las hileras incesantes de hormigas
se trasladaban del nido original hacia el nuevo, despejando gradualmente las
preciadas plantaciones.
Maravillado
y agradecido por haber sido testigo de tan fascinante conocimiento ancestral,
me di cuenta de que la naturaleza tenía sus propios mecanismos para mantener el
equilibrio. Aquel campesino totonaca, al igual que sus antepasados, comprendía
la importancia de convivir en armonía con la madre tierra y sus habitantes,
respetando su ciclo natural y evitando daños irreparables al medio ambiente.
Aquella
experiencia me enseñó que la sabiduría de los pueblos originarios es invaluable
y que aún tenemos mucho que aprender de sus tradiciones y conocimientos
ancestrales. La Danza de las Hormigas se convirtió en un símbolo de respeto
hacia la naturaleza y un recordatorio de que podemos encontrar soluciones
efectivas en la simplicidad de las tradiciones más antiguas.
Guillermo
Rizo
Editor de Mitósfera de México
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